24 de abril de 2008

DONDE HABITE EL OLVIDO
Verso de la rima LXVI de Becquer.
Poema del mismo título de
Luis Cernuda.
Por y para Rafa Gutiérrez
por sus palabras y sus silencios.
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Allí quiero permanecer,
donde el olvido se descuelga del recuerdo.
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En una lágrima sin rostro,
en la seca humedad de una palabra sin voz
o tal vez,
en una mano desenredando una espalda sin cuerpo.
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Aquí quiero continuar,
donde el olvido no tiene padre ni el recuerdo hijo.
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En la espera desesperante de lo inesperado,
en la búsqueda de un grial colmado de sensaciones
o quizás,
en el dulce caminar de esta pedregosa senda.
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Allá regresaré siempre,
donde habite el olvido,
para contaros mi recuerdo:
he vivido.
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P.D. podrás ser muy bueno en tu trabajo, podrás acabar todas las maratones que te propongas, pero de lo que puedes estar seguro, es que hubieses sido un profesor de puta madre (perdón por la expresión pero quería ser rotunda).

20 de abril de 2008




No hay silencio.
Los sonidos se reproducen
incontrolados.
Se oyen campanas y cigarras
húmedas,
el chorro de agua en la ducha,
el tintineo de la cucharilla en la taza
de café,
los zapatos en su frustrado baile
con el suelo,
palabras sin rostro en la radio
y la explosión del motor del bus
junto a la explosión
de un chiste y su carcajada.
Se oyen los buenos días
de la camarera,
la voz de Van Morrison,
con un poco de suerte,
y el chasquido de la hoja del periódico.
El zumbido del ordenador,
las tribulaciones del contribuyente
y las ruedas de la silla,
suenan como una sinfonía gris.
Sincronía entre la campanita del microondas
y las palabras del hombre del tiempo.
Suspendido en el aire un murmullo
cuando los oídos duermen la siesta.
Grita la pescadera para vender
una dorada que abre la boca.
Se oyen las monedas en la caja o el rasgueo
rápido y rotundo de la tarjeta,
el adiós, el buenas tardes,
el embate de la puerta en nuestra mano
y el crujido de las bolsas de plástico.
De nuevo se oye el tintineo
de la cucharilla en la taza de café.
Una voz, dos voces, una docena de voces,
una tos seca, un estornudo.
Se oyen aplausos tímidos,
el golpeteo de las sillas al plegarse,
los pasos apresurados,
palabras de despedida.
Se oye la voz muerta en la bocana
del parking,
la explosión del motor con nombre
de gasolina.
Se oyen las sábanas besar la piel
y las pieles que se besan.
Se oyen los ruidos de la noche.
Se oye el pensamiento adormecido.
Se oye el sueño
y mientras tanto
los sonidos se reproducen
incontrolados.
No hay silencio.
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15 de abril de 2008




It's all in pieces, all coherence gone.
JOHN DONNE
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Todo encaja al amanecer del sueño
más largo.
El frío del alba lava los trozos
de fango
que en la tarde nos ensuciaron,
la luz imprecisa en esa hora
descubre las dudas de los días
que pasaron.
El camino es largo, con piedras
y encrucijadas,
pero la inmediatez de un solo paso
nos acerca a un final perfectamente
encajado.
El último amanecer es frío
y cálido.






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9 de abril de 2008

Feria


Hace tiempo que no afilo la pluma para sacar lengua. Quizá porque, casi siempre, leo antes algún artículo con el que me identifico y me parece redundante continuar con mi opinión. Pero hoy es diferente. He de hablar de algo que me reconcome: la feria de abril de Sevilla.
Desde ya, aclaro que me encanta Sevilla, que me gustan los sevillanos, e, incluso, llego a envidiar algunas veces su capacidad para la fiesta, la jarana, la juerga. Pero lo que me saca de mis casillas y me descompone es que su fiesta más representativa, la feria de abril, se celebre o conmemore, o se le haga un recordatorio u homenaje, en cualquier lugar de España. Ya es suficiente, a mi modo de ver, que traguemos feria en los informativos de todos los medios, en los magazines semanales de la prensa, en las revistas del corazón, en las tertulias radiofónicas...
A diario, cada hora, cada minuto, se la saca a colación por cualquier motivo.
Aquí, en Gijón, donde vivo, ha llegado a celebrarse, durante varios años, una mini feria a imagen y semejanza de la gran feria sevillana. Hecho que, en su momento, llevó a protestar a parte (sólo a parte, no se crean ustedes) de la ciudadanía, por un acontecimiento que nos era ajeno por completo. Gracias a alguna mente clara, que siempre las hay, abril retornó en Gijón con sus lluvias y su conformismo ancestral con las primaveras húmedas que pueden (casi nunca se cumple) traer un verano soleado.
Pero, hete aquí, que si las autoridades locales se desentienden, aparecen los hosteleros e iluminan sus neuronas para promocionar sus establecimientos.
Desayuno a diario en la cafetería del Casino de Asturias. El pasado lunes entro decidida a tomarme el café y leer a Gil de Biedma y con qué me encuentro?: farolillos, banderitas, camareras con faja roja y sombrero cordobés (no sé qué coño pinta dicho sombrero) y sevillanas a toda caña.
Mi primera reacción fue de sorpresa y anonadamiento. Pero duró poco. Acto seguido, el pronto de mi carácter apareció y declamé más que hablé: "Manda güevos" (algún que otro café se atragantó).
No sé qué pensarán ustedes pero yo opino que las tradiciones son para los pueblos que las han creado.
El año que viene debería escribir algo sobre Halloween o Papa Noel.
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* La imagen corresponde al cartel de la feria de abril sevillana 2008
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