19 de diciembre de 2009

Fútbol

Sólo fútbol. No hablaré del mundo del fútbol porque eso sería otra cosa. Otra cosa que nos estropearía el momento.
El fútbol es hermoso. Uno de los deportes más completos.
Un espacio grande.
Dos entrenadores.
Veintidós jugadores.
Un balón.
Dos porterías.
Y todo ello a la búsqueda de una armonía tal que consigue mantener en vilo, durante noventa minutos, al pobre aficionado que no juega pero que se deleita viendo jugar.
Que once jugadores diferentes por su estilo, técnica, situación en el campo, o incluso, personalidad, consigan la conjunción perfecta entre cabeza, pierna, bota, pase, balón y gol, es algo que me maravilla en cada partido.
Decía Cruyff que el fútbol es el deporte más difícil, pues controlar un balón tan sólo con los pies no se da en ningún otro. Estoy de acuerdo en parte. El fútbol es llevar el balón con los pies pero también es mucho más.
Todo esta retahila de crítica aficionada tiene un fin más que evidente: el Barça de este año me ha hecho disfrutar tanto que me siento obligada a presentarle mis respetos.
Y, por supuesto, me quito el sombrero ante Pep Guardiola por mantenerse en sus trece y obligar a sus jugadores a "aburrirse" con el balón para divertir a la afición.
Nunca un futuro tan negro preocupó tan poco.
Enhorabuena a los amantes del fútbol

11 de diciembre de 2009

Sincera


Composición de Alvaro Fernández


Mitifica el pasado
para desmitificar el presente.
Y no le vale.
El futuro le obsequia con el sueño
de una mistificación monstruosa
engulléndolo todo.
Le sirve.
Y le duele.

5 de diciembre de 2009

Todo se rompe

Hay una taza rota en el fregadero. Era una taza coquetona. Con dibujos geométricos en amarillo y morado. Una taza con la que desayuné durante muchos años un café con leche delicioso. Está rota en añicos. No sé qué hacer con los trozos. Recomponerlos es imposible. Tirarlos a la basura penoso. Y sigue ahí, deshecha, desarmada, incompleta porque algún trocito con el golpe se ha convertido en polvo. Tengo miedo de abrir el grifo y que las partes se separen aún más. Tal cual la veo ahora, todavía me recuerda a la taza que fue. Me sentiría aliviada si dejase correr el agua pero no quiero dejar de mirarla. Rota y todo sigue siendo mi taza.
A menudo pienso que mis cosas siempre estarán conmigo. Sin embargo, las cosas se rompen, se acaban. Y si, en el mejor de los casos, algo te acompaña durante toda la vida, será tu vida la que se quiebre y serás tú el que abandone sus cosas. Nada nos ata a nada. Todo es prescindible.
La taza está rota porque estaba en mi mano y el teléfono sonó y alguien me dijo que ella también se había roto y yo no supe sostenerla. La taza está rota. Y yo quiero seguir mirando sus trozos.