Es la hierba espléndida de un gran prado verde.
Puedes hacerla desaparecer con la
siega,
puedes abandonarla al barbecho,
puedes machacarla con ruedas, pezuñas
o bocas salvajes.
Pero esta hierba espléndida y rebelde
se dejará querer por el llanto del
cielo,
resurgirá como nunca, grandiosa, erguida, brillante.
Y ese esplendor continuará en el tiempo,
siempre,
a pesar de o gracias a.