26 de diciembre de 2008

El color del cristal

Para una persona muy inteligente
que se cree muy inteligente.
Embrutecida, dices,
por no moverme nunca
de la ciudad que habito,
por no contemplar más
que las antiguas piedras
de los altos cilúrnigos,
el palacio de un conde
que revive a la Gigia,
las máscaras patéticas
de un carnaval pintado
o no escuchar más voces
que las de una familia
y un amigo cercano.
Embrutecida, dices.
El mundo se complace
en burlarse de ti
y tus ojos, cegados
de tanto ver no han visto
el sarcástico velo
que invisible los cubre.
Embrutecida, dices.
Embrutecido, digo.

5 comentarios:

Txe Peligro dijo...

la idea está bien, pero la idea de utilizar la palabra cilúrnigo.... uf, es embrutecida

:)

salud!

hoy conocí a gaia56!

Anónimo dijo...

Mola la función de ajuste de cuentas de la poesía. Dí que sí...

Abrazos.

Svor dijo...

Asi es, uno puede andar mucho con el velo puesto y quien mira una misma pared todos los dias con los ojos sin pelusas ha tenido tiempo de recorrer mas.

ágatas, cueros y cristales dijo...

Inmediatamente al diccionario... por "cilúrnigos" -digo-. Complicado encontrarlo, pero está.
Choca demasiado, aunque la palabra aislada tiene un sonido bonito.

Déjate "caer"
besos.

Anónimo dijo...

Uf! Ana, yo quiero aprender a defenderme como tú, a base de buenos versos.
Cilúrnigo cuesta, pero me imagino al personaje en este poema de "tu que sabrás", escuchándote con los ojos como platos y me encaja perfectamente, cuestión de imaginar...