4 de julio de 2009

Tierna



Pensar en la piedra le hacía daño.
Verla, le inspiraba temor.
Tocarla, enternecía su espíritu.

3 comentarios:

Berna dijo...

nada como el tacto

Julio Obeso González dijo...

Por si las piedras al fin hablaran, guardaré estos tres versos; será un buen tema de conversación.
Gracias Ana.
Julio Obeso

Txe Peligro dijo...

eso suena muy místico