20 de abril de 2008




No hay silencio.
Los sonidos se reproducen
incontrolados.
Se oyen campanas y cigarras
húmedas,
el chorro de agua en la ducha,
el tintineo de la cucharilla en la taza
de café,
los zapatos en su frustrado baile
con el suelo,
palabras sin rostro en la radio
y la explosión del motor del bus
junto a la explosión
de un chiste y su carcajada.
Se oyen los buenos días
de la camarera,
la voz de Van Morrison,
con un poco de suerte,
y el chasquido de la hoja del periódico.
El zumbido del ordenador,
las tribulaciones del contribuyente
y las ruedas de la silla,
suenan como una sinfonía gris.
Sincronía entre la campanita del microondas
y las palabras del hombre del tiempo.
Suspendido en el aire un murmullo
cuando los oídos duermen la siesta.
Grita la pescadera para vender
una dorada que abre la boca.
Se oyen las monedas en la caja o el rasgueo
rápido y rotundo de la tarjeta,
el adiós, el buenas tardes,
el embate de la puerta en nuestra mano
y el crujido de las bolsas de plástico.
De nuevo se oye el tintineo
de la cucharilla en la taza de café.
Una voz, dos voces, una docena de voces,
una tos seca, un estornudo.
Se oyen aplausos tímidos,
el golpeteo de las sillas al plegarse,
los pasos apresurados,
palabras de despedida.
Se oye la voz muerta en la bocana
del parking,
la explosión del motor con nombre
de gasolina.
Se oyen las sábanas besar la piel
y las pieles que se besan.
Se oyen los ruidos de la noche.
Se oye el pensamiento adormecido.
Se oye el sueño
y mientras tanto
los sonidos se reproducen
incontrolados.
No hay silencio.
.

4 comentarios:

ágatas, cueros y cristales dijo...

Cierto, no lo hay; y sin embargo tu foto casi lo sugiere. Leo tu poema en alto (lo hago así más mío) y al leerlo, hay un punto en el que el ritmo me pide dejar fuera dos palabras (“de voces”) y dejar así estos dos versos:

“Una voz, dos voces, una docena,
una tos seca, un estornudo.

¿Te has dado cuenta? He cambiado de alas.
Besos

Anónimo dijo...

Precioso. Muy de Ana. Muy tuyo. Muy propio de una atenta observación.
Eres la Poeta que anota la vida. Que deja constancia escrita de los detalles que resbalan sobre nuestra percepción.
Una única observación si me permites; ¿No tiene demasiadas explosiones este poema? que por otra parte nos introduce en la monotonía diaria con la pincelada del monocorde percutir de las gotas de agua tras un ventanal cualquiera frente a la bahía de San Lorenzo.
Lástima que sea casi una utopía tomar un cafetín con tan excelente amiga y poeta.
Besinos.

Anónimo dijo...

Si prueba a quitarle puntos, comas y las mayúsculas de las primeras palabras de cada oración; si hace todo eso (es una propuesta, entiéndame, se lo ruego) sonaría como una oda de Mario Benedetti. Si no fuera porque ésta sería mucho mejor que las que aquel compuso.

Y no es un cumplido.

J.

caracolquiscol dijo...

Olá Ana!
3 olés por este poema del no-silencio! me gusta mucho
...estaba justo por la 3a línea cuando han empezado a tocar las campanas de la iglesia de mi barrio!
y gracias por la imagen del muro en un día de lluvia