12 de noviembre de 2008

Rafa

Me asaltó la duda de si en unas horas -mejor en unos minutos pues las horas se gastaron en menesteres menos importantes pero más obligatorios- podría escribir todo lo que quisiera sobre Rafa. Y así fue, la cantidad de tiempo muy pequeña y la cantidad de palabras ingente.

Hablar de Rafa es como describir momentos felices de tu vida. Aquellos que marcaron un punto de inflexión en tus ideas y también en tus acciones. Rafa me enseñó a leer: cómo leer, qué leer y cuándo leer. Aunque resulte exagerado es cierto. El taller de poesía que él dirigía en la U.P. fue para mí una puerta abierta a la literatura. De tal manera que obras que ya había leído en su momento, releyéndolas de nuevo, después de escuchar sus opiniones, me resultaron más placenteras que en la primera lectura.
Uno de los motivos por los que el taller de Rafa era "tan bueno" fue su falta de protagonismo. Para él, los protagonistas éramos nosotros. Nosotros leíamos, opinábamos, escribíamos e, incluso, criticábamos y autocriticábamos. Él siempre nos dio pie para comenzar el camino, para salvar los tropiezos y para llegar a la meta. Baste un ejemplo para demostraros su discreción como profesor: jamás quiso -y eso que se lo pedimos insistentemente- leer nada de lo que él escribía, cuando muchos sabemos que la autopropaganda y la presunción están a la orden del día.

Insisto, he tenido poco tiempo para tanto que decir. No me gustan las definiciones escuetas, sintéticas, en cuatro palabras, pero haciendo un esfuerzo diría:
Rafa es bueno, íntegro, discreto y... guapo.

Y como también tiene algo que ver en lo que hoy se dice en el periódico, os diré que Begoña es un cielo.

2 comentarios:

begoyrafa dijo...

Muchas gracias por tus palabras Ana. En la última clase de aquel curso os dije y aún hoy, con la perspectiva del tiempo, lo mantengo que esos meses compartidos me habían servido infinitamente más a mí que a vosotros. Es más, me atrevería a jurar que sin aquel taller hoy no existiría este periódico.
Un abrazo
Rafa

Mariadolcas dijo...

A través de ti, Ana, quiero saludar a Rafa, mandarle un abrazo y firmar lo que dices de su anónimo protagonismo, disimulada incitación a que los demás muestren y expresen, encontrando por sorpresa que éramos capaces.
Tengo un gratísimo recuerdo de aquel taller, gracias a cómo es Rafa sigo encontrando desde entonces satisfacciones en la poesía, no sólo en la que escribo, sino en la que leo. Descubrí libros y autores,como Nada de Carmen Laforet o Luna de lobos,por ejemlo que son un referente, siempre que los releo me acuerdo de él. Así que gracias Rafa.
Un beso Ana, nos vemos en la cena de Navidad ¿vale?