24 de abril de 2006

Ponderar ponderadamente


Tablero de ajedrez imposible
- SANDRO DEL PRETE -

Este artista suizo decía:
"Todo lo que vemos puede
verse de otra manera"










El texto que váis a leer a continuación está cargado de osadía en sus dos acepciones: soy atrevida y audaz al escribir sobre algo en lo que no soy la más ducha ni la menos, o sea no soy, y sí soy insolente y descarada por atreverme a desmitificar a un dios de la literatura.
Por otro lado, un hombre al que admiro y respeto mucho, está arrobado con Jorge Luis Borges. Para J.A., la literatura de Borges es la perfección absoluta y por supuesto, lo presenta siempre como paradigma del buen oficio sumado a una gran inteligencia -mejor viceversa-.
Hace unos días nos mostró el excelente hacer del argentino en el uso del adjetivo, y como ejemplo leyó los dos sonetos sobre el ajedrez , que pertenecen al poemario "El hacedor".No es preciso añadir que son dos joyas literarias, sobre manera el segundo.
Pues bien, tanto y tanto se nos ponderaron los epítetos que el poeta aplicó a las piezas del ajedrez, que en demostración de la osadía de la que os hablaba al principio voy a rebatir esa idea con la esperanza de que seáis benevolentes cuando os percatéis de que "critico a Borges".
Cuelgo los sonetos para tener la referencia a mano.

AJEDREZ (I)

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

AJEDREZ (II)

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
del polvo y tiempo y sueño y agonías?

Comienzo, pues, la crítica:

Tenue rey: ¿Es el rey delicado o débil? o acaso ¿tiene poco valor o importancia? Que todas sus figuras se dediquen a defenderlo no implica necesariamente una debilidad, ¿o sí? y no podemos aplicarle la segunda acepción porque en toda partida el botín que declara el fin de la guerra es el rey. ¿El rey tenue? Nada de eso, el rey es lo más importante en el tablero. Parece débil porque todos le protegen: no olvidemos que si él muere, sus piezas seguirán el mismo camino. El mismo Borges dice que "el rey está destinado a ser vencido" y sugiere el símbolo del matriarcado por la fuerza de la reina; sin embargo, hemos de admitir que toda la fuerza de la reina se acaba si vencen a su rey.
Parece que este primer adjetivo, aplicado al rey, no es tan perfecto.

Rey postrero: Está clara su posición en el tablero. Detrás de todos, el último. Pero cuando se habla del último de algo, yo al menos, veo una fila y en el último lugar al "postrero"; si hablamos de un "rey postrero", no puedo evitar el visualizar una fila de reyes y a nuestro protagonista colocado al final. Este, nuestro rey, no es postrero. Está bajo el manto de, protegido por, defendido por, resguardado entre..., en fin, cualquier cosa menos situarlo en el último lugar. Me suena despectivo y ¡caray! rey con futuro incierto pero rey al fin y al cabo; no le designemos como "el último mono".

Encarnizada reina: Lo rechazo absolutamente. Si lo aplícasemos a la partida (batalla) en sí misma, sería más adecuado, perfecto incluso, pero la reina no se irrita ni se enfurece; la reina mata con frialdad espantosa para defender a su rey.

Armada reina: Volvemos a la dama. ¿Armada porque posee más armas que las otras piezas? Efectivamente tiene más armas, pero esta afirmación nos llevaría a llamarla "muy armada" reina, o "armadísima" reina, pero no sólo "armada", pues el peón está "armado", y el alfil, la torre, el caballo y el rey, también están "armados". No veo exclusividad en este adjetivo para nuestra reina.

Sesgo/Oblicuo alfil: Cualidades tan evidentes en el tablero que parece redundante mencionarlas. Está bien, no cabe duda, pero no para una ponderación exagerada.

Ligero caballo: ¿Ligero como rápido? Será tan rápido como los reflejos de la mano que lo mueve ¿Ligero como leve, etéreo, liviano? Un caballo transmite fuerza, poder, contundencia. Luego tan sólo es ligero porque salta por encima de las otras figuras para capturar y aplastar a su enemigo. No es esta la cualidad que mejor define al caballo, a mi modo de ver.

Torre directa: Pues sí. No es oblicua, ni saltarina, ni se inclina a cualquier lado veleidosamente. Efectivamente es directa. Vaya, el día que descubrió el adjetivo en cuestión, Borges descansó.

Torre homérica: ¡Maravilloso! No puedo ponerle pegas. Si el poeta quería recordarnos el carácter épico de la partida de ajedrez, no pudo encontrar una palabra con más solera, prestancia, categoría y hasta belleza. No hay más que añadir a tal acierto.

Peón ladino: ¡Hombre! Pueden ser ladinos, pero ¿a qué nos recuerdan en primer lugar los peones de ajedrez?: a la infantería de un ejército, por supuesto. Y los soldados de infantería podrán, en algunos casos, abatir a su oponente, pero si fuesen astutos, taimados, ladinos, no encontrarían el fin que les espera. Los peones negros son la carne del cañón de las piezas blancas y los peones blancos la carne del cañón de las piezas negras.
Afirmo que no es un adjetivo completo, adecuado.

Peones agresores: La agresión tiene como fin hacer daño. El peón no hace daño, el peón elimina, mata, aplasta, arrolla, abate, en suma, se deshace del enemigo sin otras pretensiones dañinas y ya está.



Llegados a este momento y hasta las narices de esta pesada lectura, os habréis preguntado por qué yo no doy alternativas a los adjetivos de Borges... Es evidente no? jejeje. Una no da pa más. A la crítica destructiva todavía llego pero la constructiva me queda grande como a todo comentarista mediocre que se precie.
Es preciso, por lo tanto, aclarar que con esta crítica he querido rendir homenaje a un monstruo de la literatura y por ende a un poeta-profesor y músico frustrado que vive con intensidad sus profesiones-aficiones.

¡VA POR ELLOS!

Tan sólo una cosa más: llamada de atención al título: "Ponderemos" cuando la obra lo merezca pero "ponderadamente" por favor, no endiosemos a los hombres por muy genios que sean.



6 comentarios:

Txe Peligro dijo...

uf, menuda tesis, mu bien, mu currao!!
La imagen me recuerda a esos dibujos de Escher en los que se rompe la simetría de la naturaleza y parece que el ojo te engaña.

Un saludo ponderado!!!

gaia56 dijo...

Empezando porque me gusta la imagen mucho, estoy con el autor... todo puede verse de otra manera.
Siguiendo porque te disfruto y estoy encantada de que escribas... además egoístamente por lo bien que lo haces...
Tercero porque estoy con Txe, este post está muy trabajado y muy acertado
Cuarto me dejas paso para que yo ponga mi grano de arena y escoja los adjetivos que me gustan más... pero eso será otro día porque voy estoy liada y además me va a gustar hacerlo meditadamente...
Quinto... niña eres un sol, pero explícame... ¿pedir perdón por desmitificar? pero si las palabras que están vivas, que generan contrastes, que se enriquecen... ésas son las que nos gusta disfrutar...
por estas seis razones....ENHORABUENA

Anónimo dijo...

Decía José Hierro que la poesía dice más de lo que dice. Y supongo que, entre otras cosas, porque la poesía no es una mera descripción (para eso está la matemática o la física). Así pues, las palabras están cargadas de un matiz semántico dado por la experiencia que muchas veces sólo el poeta conoce. Otras veces la selección de vocablos se debe a la sonoridad, o bien prima el número de sílabas. Quiero decir que quizás sea una crítica demasiado destructiva para un poema.
Bueno, tampoco me hagas mucho caso, en el fondo no entiendo mucho de ajedrez.
Un besín.

ana martinez dijo...

Esteeeeee, Txe, que no Ché, porque tu txe tiene más de vasco que de argentino o tal vez valenciano, pero no, ni siquiera, porque hasta donde yo llego nos quedamos con un Txe asturiano..., bueno pues eso que mi respuesta también es ponderada, jejeje.
Y decirte que yo también tuve intención de poner a Escher pero no encontré nada suyo relacionado con el ajedrez.
Y no está muy currado el artículo, para nada.

Gracias Carmen, muchas gracias por tus halagos. Espero impaciente por tus alternativas. No me falles aunque tengas que sacar el tiempo de debajo de las piedras, jejeje.

Que sí, Ricardo, que llevas razón. Claro que es demasiado como crítica poética, y más siendo hacia Borges y viniendo de mí. Pero mi intención no era tanto la crítica como hacer notar que la perfección absoluta no existe y es perjudicial para la buena salud de la poesía, endiosar a poetas que son buenos, muy buenos, pero no pefectos.
Gracias, y yo tampoco entiendo de ajedrez (ya me dirás si no tengo rostro, jejeje)

Anónimo dijo...

Llevas toda la razón Ana. Un besín.

Mariadolcas dijo...

¡¡¡¡Pero Ana.....!!! cómo afinas, cómo sacas hierbas de la cáscara de un huevo.....Bravo, bravo y bravo. Me fascinan tus críticas ponderadas y razonadas con argumentos que hay que quitarse el sombrero. Pero lo gracioso es que encima no sabes cómo se gana una batalla, mejor dicho una partida de ajedrez ja,ja,ja.
¿Se puede saber por qué te marchaste hoy tan pronto de la lectura de las Justas Literarias?