4 de abril de 2006

Vergüenza descarada

La Vergüenza tiene muchas caras.
Puede ser ajena; y entonces sentimos en nuestras carnes lo que otro debería sufrir; casi siempre por un hecho o actuación puntual y concreto; sin el menor atisbo de ridículo en la persona protagonista porque nosotros lo hemos absorbido todo, de ahí el concepto de "ajena".
En algunos casos, nos vestimos de luces, doblamos muleta al brazo y gastamos una vergüenza torera. Dejamos el egoísmo en el callejón y salimos al coso para cumplir con una obligación que nada tiene que ver con la devoción (perdonad las prosaicas rimas).
¿Y cuando la vergüenza se convierte en asesina? Entonces nos moriremos por miedo a pasar un ridículo similar al de otro (el de arriba). En particular y sobremanera, si una jauría de ojos te rodea y lanza miradas tan criminales que acabas "muerto de vergüenza".
Llegado el caso, que es éste, podría inventar un adjetivo para nuestra invitada. Bien pudiéramos hablar de una verguenza descarada. Aquella que padeces con orgullo. La sientes, pero no te arrepientes de ello.
Tiene que ver un poco con el desfase de los tiempos. La moda no atañe sólo a la manera de vestir; también a la manera de hablar, de pensar, de votar, de viajar, de leer. Este último caso es muy curioso, porque lo razonable sería presumir de leer mucho, clásico, actual, de cualquier estilo, literario, social, político, económico, en fin, que sería de recibo alardear de un deseo plausible de cultura. Pues no. Has de tener cuidado en lo que se lee, a quién se lee y en qué tiempo vives, para que la elección de tus lecturas sea la correcta.
Hace unos meses, mi hija me recomendó una lectura: "El miedo a la democracia" de Noam Chomsky; ella lo había leído y como aún no se relaciona con "escepticismo", está encantada con la ideología del lingüista-filósofo-ensayista, de profesión "rebelde". Teniendo en cuenta los cinco o seis libros que siempre tengo rondándome, y que la poesía me atrae más que cualquier análisis histórico-político, hasta la semana pasada no he puesto en el montón de lectura diaria, el ensayo de Chomsky.
Pues bien, llega el momento de comentar mis lecturas, de llevar el libro al café para aprovechar el tiempo, en la reunión de turno ponerlo junto al resto de papeles o junto al último poemario de Caballero Bonald; da lo mismo, lo importante es que hubo una persona que al enterarse de mi elección, me tildó de snobista de izquierdas, out, intelectualoide obsoleta; sólo le faltó decirme que voy camino de política idealista con aspiraciones de adolescente. Y me hizo sentir mal, de veras, me hizo pasar vergüenza. Pero, he de reconocer que el rubor duró un instante, un instante tan corto (valga la redundancia) que la vergüenza se transformó en orgullo y como la contradicción era tan evidente decidí llamarla "vergüenza descarada".
Me siento orgullosa de pasar "vergüenza"; de tener, todavía, fe en que una persona se dedique a escribir, aunque sea teorizando, sobre lo que debería ser el mundo y lo que realmente es.

5 comentarios:

Txe Peligro dijo...

Bueno, existe un poco de miedo generalizado a los izquierdistas, iluminados, revolucionarios, etcétera, esto ocurre en todos los ámbitos, en la universidad, en los bares, en las fábricas, incluso en galaxias lejanas hace mucho, mucho tiempo.
Creo que se debe a que la gente se siente un poco más tonta cuando alguien dice ver más allá de donde ven ellos mismos. Hoy en dia todo el mundo cree o quiere saberlo todo.
Por otro lado Chomsky, además de ser un analista político, es uno de los lingüistas más importantes de la historia que ha revolucionado ese campo que apenas conozco y uno de los 10 autores más citados en artículos científicos al lado de Freud o de Platón.

Sí, a mi tb me parecía sorprendente.

Un saludo, enhorabuena por el blog. Le pondré un link en el mío.

Anónimo dijo...

De acuerdo con el fondo de todo tu mensaje. Sólo un apunte. Según la RAE, la palabra escepticismo tiene como significado «Desconfianza o duda de la verdad o eficacia de algo» y eso, precisamente, es lo que trata de poner de manifiesto Chomsky en sus libros, criticando el capitalismo, la glogalización y demás entramado mundial que pretende dominar el mundo a costa de lo que sea. Por tanto, no considero a Chomsky más rebelde que escéptico, aún cuando lo segundo no quita lo primero.
Espero tu próxima reflexión

ana martinez dijo...

Más bien, lo que existe es un miedo generalizado a las ideas y por ende a las ideologías; y llevas razón, Txe, en lo de que ocurre en todos los ámbitos sociales (no sé....tal vez, los jedis no fueran tan gallinas)


Gracias, Ricardo, por el inciso. Creo que el punto flaco de aquéllos que nos consideramos escépticos es la falta de esperanza en que esas "dudas" de las que habla la RAE lleguen a aclararse o a solucionarse. No vayas a pensar que mis razonamientos están imbuídos de oscuro pesimismo; tan sólo me acuesto con realidad y me despierto con evidencia.
Ya sé que Chomsky saca a la luz todos los despropósitos gubernamentales que sacuden el mundo pero, por otro lado, siempre expone o facilita o muestra alguna alternativa posible. Y eso, no es escepticismo en su sentido linguístico más puro; eso es un "dudo, pero si lo hiciéseis de esta otra manera no dudaría"; siempre le queda un atisbo de esperanza; una fe en que ésto tiene arreglo...

Anónimo dijo...

Di que sí, ¡coño! Que va a ser esto. ¿Desde cuando hay que pedir permiso para leer una u otra cosa? Los libros que se leen hay que llevarlos con orgullo, eso si, sin caer en el snobismo. ¿Acaso alguien diría algo por que estes leyendo los cuentos infantiles de Oscar Wilde? Pues seguramente no.

Asi que, lee todo aquello que te venga en gana, que eres tu la que escoge y lee, no el resto de la gente...

Anónimo dijo...

Así me gusta, con descaro,y a ponerse el mundo por montera, que si no te comen.
Pero, yo me pregunto, no podrías leer así como algo más ligerito,como Asterix y Obélix, o Tintin en el Congo