31 de julio de 2006

Pequeñas historias en ciudades grandes (II)













La composición es de
Cristina Alejos Cañada




Todos los meses desde hacía un año recibía una rosa. El día diez de cada mes, un repartidor de una floristería aparecía en la oficina con una rosa solitaria, tan sólo adornada con un lazo de su mismo color: rojo. Una tarjeta con dos iniciales. Ninguno de sus amigos, conocidos o posibles admiradores tenía un nombre con esas iniciales. Había indagado en la floristería pero no supieron darle ninguna pista pues los encargos se hacían por teléfono. El desasosiego que le producía ignorar el remitente y la cobardía que imaginaba en él, la inquietaban de tal forma que había tomado la decisión de no aceptar el envío y devolvérselo al repartidor el próximo mes. Pondría fin a una historia que no había tenido principio.

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Llamó a la floristería para cancelar el encargo que hacía todos los días diez de cada mes. Después de un año, su mejor amiga tendría que haberse dado cuenta de sus intenciones. En fin, tal vez fuese mejor así. Él no se atrevía a manifestarle en persona sus sentimientos y ella obviaba la situación haciendo caso omiso de su "declaración" mensual. Lo más conveniente para los dos sería seguir como si nada hubiese ocurrido y poner fin a una historia que nunca tendría principio.

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La encargada lo llamó al móvil para decirle que la rosa que llevaba a la calle de los Despropósitos número 15, no debía ser entregada pues acababan de cancelar el encargo. El repartidor confirmó el número de la calle y el nombre de la destinataria y cortó la llamada. -¡Joder, llevo un año entregando esta rosa en el número 16 a una mujer con el mismo nombre!- pensó. Sería mejor no contar este final a nadie, no fuera que su trabajo en la floristería pasase a ser historia.


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6 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial.
Todo un despropósito, sí señor.

Ya sé que a ti te gusta más la poesía.....pero escribes unos relatos estupendos, y a los que le encuentro sentido (entiendes a qué me refiero, jeje).

No dejes de escribir!!

Txe Peligro dijo...

jejej, muy bien, muy divertido.

vaya lio, oiga.

saludos

ana martinez dijo...

Anuka: Gracias, gordi, por ese piropo al despropósito, jeje.

txe: No pretendía liar el escrito pero ya se sabe... carencia de buen oficio, jeje.

carlos: Me alegra que te sientas en casa.


Gracias a todos por pasar

ana martinez dijo...

Berna: me suena bien eso de que puedo hacer sonreir... Por regla general, los que leen mis escritos se empapan de una cierta tristeza, aunque juro por todos los dioses conocidos que no pongo esa intención en ellos, jeje.

gracias por leer y comentar.

Mariadolcas dijo...

Me parece interesante y refrescante tu sentido del humor, me apetece mucho pasar por tu página, es un pulmón de oxígeno.
Un besito y sigue escribiendo, creete que lo leo casi todo, aunque no te comente.Loli

ana martinez dijo...

Gracias, Loli. Entra cuando quieras.
Una cosa; estimo demasiado a mis amigos para obligarles a leer todo lo que se me ocurra colgar en este privadito, jeje.
De todos modos, reitero mis gracias.
Besazo y sigue disfrutando de Salamanca.