23 de noviembre de 2008

Perdón

  • "El vaticano perdona a Lennon".
  • Qué le perdona?: que haya dicho que los beatles eran más famosos que jesucristo.
  • Qué dijo Lennon?: que los beatles eran más famosos que jesucristo
  • Por qué le perdona?: porque era un joven de clase trabajadora al que le llegó muy rápido el éxito.

Primera afirmación: prepotente
Primera respuesta a la primera pregunta: cierta
Segunda respuesta a la segunda pregunta: cierta.
Tercera respuesta a la tercera pregunta: patética.

El vaticano olvida que la fama no implica superioridad.
El vaticano también olvida que la iglesia, como institución, se ha quedado en la cima de las escaleras.
Perdón es una palabra que debería relegarse a terminología legal, mas nunca, nunca, aplicarse a las relaciones humanas.

14 de noviembre de 2008

No me beso porque no llego

Hoy no la veía. Corriendo, como todos los días, hacia la sauna laboral. Abrochando el abrigo y repasando mentalmente si llevaba todo en la maleta (mis bolsos siempre se salen de las medidas convencionales). De repente, al doblar una esquina, oigo: "¡Hey, aquí arriba!" Y allí estaba, reina, blanca, dominante, y, con una sonrisa decreciente a creciente, dijo: "Felicidades".

Cuando llegué a la oficina y la grisura bochornosa (los índices mundiales de mortandad en el siglo XXI se verán incrementados por los climatizadores de los edificios inteligentes) me invadió, pensé en la fuerza poderosa de la imaginación, y estuve segura de que la luna encendió una vela por mi cumpleaños.

Soy feliz.

12 de noviembre de 2008

Rafa

Me asaltó la duda de si en unas horas -mejor en unos minutos pues las horas se gastaron en menesteres menos importantes pero más obligatorios- podría escribir todo lo que quisiera sobre Rafa. Y así fue, la cantidad de tiempo muy pequeña y la cantidad de palabras ingente.

Hablar de Rafa es como describir momentos felices de tu vida. Aquellos que marcaron un punto de inflexión en tus ideas y también en tus acciones. Rafa me enseñó a leer: cómo leer, qué leer y cuándo leer. Aunque resulte exagerado es cierto. El taller de poesía que él dirigía en la U.P. fue para mí una puerta abierta a la literatura. De tal manera que obras que ya había leído en su momento, releyéndolas de nuevo, después de escuchar sus opiniones, me resultaron más placenteras que en la primera lectura.
Uno de los motivos por los que el taller de Rafa era "tan bueno" fue su falta de protagonismo. Para él, los protagonistas éramos nosotros. Nosotros leíamos, opinábamos, escribíamos e, incluso, criticábamos y autocriticábamos. Él siempre nos dio pie para comenzar el camino, para salvar los tropiezos y para llegar a la meta. Baste un ejemplo para demostraros su discreción como profesor: jamás quiso -y eso que se lo pedimos insistentemente- leer nada de lo que él escribía, cuando muchos sabemos que la autopropaganda y la presunción están a la orden del día.

Insisto, he tenido poco tiempo para tanto que decir. No me gustan las definiciones escuetas, sintéticas, en cuatro palabras, pero haciendo un esfuerzo diría:
Rafa es bueno, íntegro, discreto y... guapo.

Y como también tiene algo que ver en lo que hoy se dice en el periódico, os diré que Begoña es un cielo.

5 de noviembre de 2008

Alta traición

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques, desiertos, fortalezas,
una ciudad deshecha, gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
-y tres o cuatro ríos.

José Emilio Pacheco


Ya el nombre de "patria" me duele, pues el mero hecho de pensar en ella parece que me obligase a ser mucho más de lo que entraña el significado de "patriota". Estoy con José Emilio Pacheco: no amo mi patria porque, puede brillar o no pero nunca está al alcance de mi mano. Sin embargo, me gustaría ser Penélope y tejerla y destejerla para cambiar su trama , su urdimbre, de cada vez, y que mi vida consistiese en eso: hacer lo que esté bien y deshacer lo que esté mal. Y, mientras tanto, engañar a los príncipes de la ambición, de la usura, del egoísmo y de la deshumanización.
Me supone un gran esfuerzo vivir con mi "patria" pero lo que ya me desborda por completo es tener que tragarme otras "patrias". Hemos vivido las elecciones presidenciales norteamericanas como si fueran las nuestras. Mucho más. Sabemos lo que comen los candidatos, lo que leen, cómo duermen y de qué color son sus calzoncillos. Está bien que la información nos llegue clara (cosa que no siempre sucede) y rápida. Está bien que sepamos de los designios de un país que influye mucho en el resto del mundo. Está bien, incluso, tener opiniones acerca de los candidatos que se presentan (-es un gran avance para los americanos que llegue a la presidencia de su país un ciudadano negro, pero me produce cierta sonrisa irónica oir a muchos españoles congratulándose de la victoria demócrata porque así el mundo será mejor y no se invadirán países y la contención bélica será una realidad, cuando, si no recuerdo mal, excepto la guerra de Irak, todas las declaradas por Estados Unidos lo fueron bajo gobiernos demócratas-). Pero lo que no puedo tolerar es que en un informativo de Televisión Española hagan su despedida con una bandera de los Estados Unidos de América y con el himno de los Estados Unidos de América cantado solemnemente por una ciudadana de los Estados Unidos de América.
Muchas veces he dicho a quienes me conocen, que los EE.UU. habían invadido nuestros países, desembarcando tanques de papel color de rosa en nuestras playas. Así era y así es, aunque ahora somos nosotros quienes les tendemos puentes para que lleguen mejor.
José Emilio Pacheco lleva razón: amemos nuestra Cimadevilla o el Mar del Plata de Alfonsina, amemos el Sena de Celán o nuestro Nalón, amemos nuestro "Gijón del alma" o "la ciudad" de Cavafis, amemos al "Che" Guevara o a Horacio Fernández Inguanzo, pero no amemos a esas patrias inasibles que sólo quieren dominarnos.