27 de abril de 2021

NO ES MI HIJO

 


Una vez leí unos cuantos poemas propios
con sus propios defectos y carencias,
ante un público variopinto.

Es seguro que decepcioné a unos,
dejé indiferente a otros y
enojé a una cantidad respetable.

La decepción fue aceptable cuanto
siempre se espera más de lo que se recibe.
La indiferencia fue soportable pues
tu valor para los demás es relativo.
El enojo fue inadmisible por ser la reacción
a un intento de desnudar mis poemas.

Cierto sector del mundo poético
rechaza el deletreo del sentimiento escrito.
El poema tiene tantas vidas como lectores
entran en su alma, dicen.
El poeta desaparece y muere en el momento
en que sus versos son leídos por extraños, cuentan.

Permítanme decir o contar que
el poema no es mi hijo, desarrollado y desligado.
El poema soy yo. Es mi mente y mi mano.
Es mi corazón y mi piel.
Y yo no me vendo ni me prostituyo.
Sólo comparto mis ideas, con firma,
inamovibles y arraigadas a mi misma.

Permítanme la osadía, el descaro,
el atrevimiento, la desfachatez,
de creer que mi verso
podrá ser leído en blanco,
rojo, amarillo o multicolor
mas sólo podrá ser visto
en un color: mi color.


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