6 de noviembre de 2007

La crítica

Hace unos días leía a un crítico despiadado, que se ensañaba con Javier Marías, a quien considera "el peor escritor de todos los tiempos y lugares". Entre otros muchos defectos, reflejaba el hecho de haber escrito toda su obra en primera persona: "prueba de la impotencia expresiva en toda su producción, que gira en torno a sus recuerdos y a su propio ombligo". Esto me afectó profundamente, al comprobar que, en la distancia inmensa existente entre el genio (a mi modo de ver, Marías lo es) y su lector y al mismo tiempo aprendiz de escritor, yo también lo hago. Quiero decir, que mi instinto natural, en lo que a literatura se refiere, es escribir en primera persona. Y no por vanidad ni egocentrismo, sino más bien al contrario. Ejercer de narrador omnisciente me parece sólo atribuible a las grandes mentes intelectuales o literarias. Escribir sobre lo que uno piensa o sobre lo que a uno le ha sucedido, o, incluso, sobre lo que a uno gustaría que le sucediera, es natural e instintivo.

Por supuesto, utilizar la narrativa omnisciente es factible, plausible y elogiable, para expresar todo tipo de ideas, incluso contradictorias, pero esta postura te aleja de la subjetividad imprescindible para practicar la sinceridad y la honradez en tu obra. Si además de genio eres sincero, esta mezcla, como en el caso de Marías, dejará encandilado al lector.

Que los críticos aludan a fallos en la estructura, desarrollo, agilidad, acción, estilo, técnica en fin, es correcto y saludable para la buena marcha de la literatura en general, pero que objeten la validez de un escritor basándose en sus, supuestos, defectos de personalidad, me resulta penoso y patético, y me recuerda al típico envidioso que sin tener un buen argumento utilizable, recurre al más pobre juicio que, al final, le hace quedar en evidencia.

Lástima que el mundo de la literatura deba regirse por el mundo de la crítica, a un lado, y por el mundo de las editoriales (premios incluidos), al otro.

Menos críticos desaforados, menos premios amañados y más lectores.

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4 comentarios:

Jorge dijo...

No eres la única que gusta de Javier Marías...

Anónimo dijo...

El mundo está lleno de envidiosos. Desde las más altas esferas a los bajos fondos.
Gente ruín y miserable que disfruta desprestigiando al que le supera.
Sólo tienes que acercarte al mundo de la política...incluso la de base,hoy por hoy, da asco.

No dejes de escribir!!!!

gaia56 dijo...

Espero disfrutar su último libro como vengo disfrutando muchos de sus anteriores... y pienso Ana que las críticas entran dentro de su marketing.

Anuka tal vez las generalizaciones tan amplias sean un poco injustas, e inciertas, creo yo.

Anónimo dijo...

Pero, ¿de verdad crees que todo aquel que critica a Marias lo hace por envidia?.
Francamente, yo también estoy convencido de que no sabe escribir y que no resiste comparación alguna con cualquier novela de verdad.
El que guste Marías (y a mi también me gusta) no significa que sea buen escritor, eso es algo elemental; simplemente significa que nos gusta, solo eso, como nos puede gustar Corín Tellado o las hamburguesas del Mc Donals.
Yo creo que los de la Fiera tienen bastante razón y leyendo atentamente sus crueles críticas es dificil estar en desacuerdo con ellas. En todo caso puedes discutir su modo de entender la novela (ellos valoran la novela metafísica), pero si lees esas "críticas acompasadas" ya me dirás en que se equicocan cuando denuncian esa pila de anacolutos, faltas de concordancia y, lo que es peor su desastrosas faltas de coomposición, su nula sabiduría novelística. Como bien dicen ellos, novelar no es contar cosas...
No sigo
Un abrazazo
Fernando